Cada noche comienza un recorrido por aquello que no dije, por aquello que no hice. Y nuevamente me replanteo la opción de empezar, como si ello fuera una decisión, pero no lo es, mi mente me juega una y otra vez la danza de pensar en ti, de recordar tu voz, de querer arrancar estos recuerdos de tu risa y de tu mirada hacia mí.
Y nuevamente como aquella mañana en que decidiste darme la espalda y cambiarme por alguien más, nuevamente mi reloj se detiene y respiro sin tomar aire, reconozco el mensaje de esa luz incandescente que se refleja en el ordenador, una vez pienso en mi mano atravesando la pantalla y tocando las yemas de tus dedos, mi imaginación decrece al oscurecer y me recuerda que ya no estás y que nunca fuimos.